Con los estudiantes de quinto y sexto de los colegios «Domingo Miral» y «Cantín y Gamboa» de Zaragoza, hemos sido de nuevo espectadores de la película «El monstruo invisible». Tan gratamente en el Centro de Historias.

Hoy queríamos comentar una escena. Cuando la madre de Aminodin lleva la comida que le han dado en «Acción contra el hambre» a su hogar, para que pueda alimentar convenientemente a su bebé y al resto de su familia, en el transporte público el resto de viajeros mira los paquetes de comida con seriedad y hasta podemos captar la necesidad y la envidia. Por eso la voz en off de Aminodin nos aclara: «A los mayores el monstruo invisible, en lugar de hacerles llorar, les hace estar callados». Antes de la sesión he tenido que recoger de un supermercado una bolsa olvidada en una taquilla del interior. Ya a primerísima hora de la mañana la seriedad y gesto mustio y hasta entristecido de personas arrastrando sus carros de compra y colgando bolsas que iban a rellenar de productos, me han hecho pensar en la imagen de esta memorable película. Nosotros ya estamos tristes nada más desayunar… ¡Qué mundo! ¡Nosotros con nuestros monstruos!

Los estudiantes, que han abarrotado la sala, se han mostrado muy curiosos con la naturaleza de estos personajes, su vida real, la forma en que se grabó, y «cómo no se los trajeron a España». Una grata experiencia, de nuevo, de sensibilización.

«El monstruo invisible» en el Centro de Historias, de Zaragoza

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